lunes, 16 de abril de 2007

honrado ciudadano de occidente

La Buena Vida, un grupo luminoso de la escena pop española que no tiene nada que ver con Irak, al igual que Nacho Vegas, que no es tan luminoso, pero me llega igual de cerca, (o de dentro) canta “Podría ser que hoy fuera uno de esos días increíbles… dejarse ver y ser un honrado ciudadano de occidente, podría ser lo se, no es difícil darse cuenta de eso, quizás lo intentaré y me atrape o me arrastre la corriente”
Suicidios en Casablanca y en Argel. Islamistas ante la justicia en España. Policías y políticos que mienten y mienten para justificar una guerra. En Irak no había armas de destrucción masiva o química. Ahora las hay. Desde hace semanas, la insurgencia utiliza cloro para cargar los coches bomba. Al Quaeda no estaba presente en Irak. Ahora sí. Irak era un país laico. Ahora los radicalismos sunní y chií se han hecho dueños de la calle con prácticas del más salvaje matonismo. El honrado ciudadano de occidente tiene derecho a morir en un tren, el despreciado ciudadano de oriente no vale nada. Los iraquíes mueren a cientos y nos hemos acostumbrado a que sus vidas no nos importen. Los amos del mundo mienten sistemáticamente, primero para invadir, ahora para justificar que la invasión se alargue sin fecha de retirada y en el intermedio creando campos de concentración, secuestrando a sus anchas a lo largo de todo el planeta y contando con la colaboración de nuestros honrados gobiernos de occidente.
Continúa acelerándose la carrera hacia el caos global. Hamás se convierte en el enemigo a batir en Palestina. Los palestinos como pueblo por haber confiado en ellos. Hezbollah en Líbano, los terroristas, en definitiva, en cualquier esquina del mundo árabe. Y nosotros, honrados ciudadanos de occidente necesitamos protección. Nos meten miedo. Simplemente nos meten miedo. Poco más que eso. Y vamos cayendo, convencidos, en el miedo, aceptando su protección, su seguridad, que limita nuestra libertad. Bombas, atentados, locura suicida. Siempre como fin en sí mismo. Si causas, sin motivos, sin historias de vida. Sin generaciones de árabes que no ven futuro, sin agravios irreparables como el de Palestina. Sin fronteras diseñadas con tiralíneas, sin oscuras complicidades con los regímenes dictatoriales que han forzado a tantos millones de seres a odiar a los honrados ciudadanos de occidente. Sin petróleo. Aceptando que su sangre vale menos que la nuestra. Cómodos en nuestra excepcionalidad cultural, limitándolo a un pañuelo que cubre los cabellos y la maldad intrínseca que acarrea. Con una superioridad hiriente. Tres monos, el ciego, el sordo y el mudo. En eso se ha quedado el honrado ciudadano de occidente, en una representación del simio que se aísla de la realidad cuando no le conviene. Y que se lo cree. Alarma en el Magreb, Ceuta y Melilla, ciudades que se convierten en objetivo del mal. Un mal irracional e incomprensible. El mal absoluto. Leamos La Vanguardia y los reportajes sobre las familias de los suicidas de Casablanca. Quizás así comprendamos algo. No es necesario justificar. La muerte no tiene justificación en ningún caso. El contexto sí la tiene. Nosotros, los honrados ciudadanos de occidente hemos creado contextos que se parecen demasiado al infierno pero sin aceptar que las llamas queman sin marcar grandes diferencias.
Avión a Frankfurt. De Frankfurt a Amman. Cientos de miles de refugiados iraquíes. Cientos de miles de refugiados palestinos. Jordania no es más que un inmenso campo de refugiados. Pero un campo de refugiados donde sus jefes han decidido aliarse con el poder. No importa que en Jordania no haya democracia. A ellos no se les pide. No importa que no exista la libertad de expresión o de asociación, ellos no la necesitan. Los iraquíes la necesitaban. Por eso se les invadió. Ahora tocan visados y preguntas eternas.